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viernes, 27 de enero de 2012

Amistad más allá del color

El racismo a veces es el factor de cohesión de una sociedad. A lo largo de su historia, el cine norteamericano ha sabido registrar lo anterior a veces desde muy temprano, como en El nacimiento de una nación (1915), de DW. Griffith, filme fundacional en el aspecto tecnológico y que no ocultó su entusiasmo al momento de reivindicar ciertas prácticas racistas.
La película estadounidense Mississippi en llamas se exhibió en México en 1988, con unahistoria que logró gran impacto: a mediados de los sesentas, en un pueblo del sur de los Estados Unidos, unos activistas negros son asesinados por un grupo de blancos, un crimen que es investigado por unos agentes del FBI. Quienes hayan visto este trabajo del director Alan Parker seguramente recordarán que los federales tienen que enfrentarse a la cerrazón de los habitantes del pueblo, así como al miedo de las víctimas. Una película que muestra con crudeza los extremos de violencia a los cuales puede llegar una comunidad, tan cargada de prejuicios como organizada para defenderlos, con el Ku Klux Klan como una más de sus instituciones.   
Para conocer la versión más brutal del racismo en las comunidades sureñas sólo hace falta echar un vistazo a películas tan aclamadas. En cambio, una como la que hoy nos ocupa, Historias cruzadas/ Criadas y señoras (The Help, EUA| India| Emiratos Árabes Unidos, 2011), de Tate Taylor, está interesada en otro tipo de registros. Ya no el violento naturalismo de Parker, quien recurrió a planos de apariencia documental para darle a su cinta un tono a veces periodístico, sino a los posibles hallazgos al momento de explorar las relaciones entre las mujeres de un pequeño pueblo norteamericano, otra vez del Mississippi y en los mismos años de la historia de Parker, los sesentas, años de especial turbulencia.
Y ahí, creemos, está la clave: mientras que Parker centra su atención en los pormenores de la investigación policiaca, con los agentes federales y sus pesquisas para tratar de encontrar los cuerpos del delito, Taylor adapta la novela de Kathryn Stockett para contar una historia desde el punto de vista de las criadas, conocedoras por excelencia de los problemas domésticos que son la comidilla del lugar.  
Durante años, las mujeres negras de la localidad han criado a los hijos de las familias blancas. Las madres están muy ocupadas en sus eventos sociales, en el chismorreo, los juegos de cartas y la beneficencia, de ahí que a alguna de ellas se le olvide cambiar el pañal de su bebé.
La salvación de los hijos está en las nanas: conocemos especialmente a dos de ellas, dos mujeres maduras que desde la adolescencia se han dedicado a cuidar (y educar) a los hijos de otros: Aibileen (Viola Davis) y Minny (Octavia Spencer).
Hartas de los abusos de la caudilla local, Hilly (Bryce Dallas Howard), las dos mujeres se animan a contar sus historias a Skeeter (Emma Stone), escritora aspirante que desea romper con la cerrazón de su lugar de origen.
Se ha criticado que la película supuestamente es maniquea (las mujeres negras toda bondad frente a las harpías blancas), por no hacer un retrato más fiel del Mississippi de la época. En ese sentido hay que leer la crítica del español Jordi Costa (El País, 28/10/2011), con un título tan explícito como “Segregación de parque temático”. Es decir, se le reprocha a The Help, creemos, no ser Mississippi en llamas.  
La violencia de los blancos contra los negros, el asesinato de algún joven, por cierto, apenas es mostrada. Se nos relata una historia terrible y en una ocasión uno de los personajes atraviesa a la carrera calles oscuras, barrios donde el color de la piel es una desventaja. Es decir, se nos insinúa que la acción se desarrolla en un lugar que puede llegar a ser hostil como el Jessup County de Parker. Y está bien porque la historia de Parker ya la hemos visto (hace décadas) mientras que The Help se concentra en sacudir una sociedad desde sus cimientos, la familia, que en el caso que nos ocupa está organizada para que los padres se desatiendan de sus hijos.
En esa característica y en la ya citada solidaridad entre mujeres (posible en Jackson más allá del color) está el mérito del filme, lleno además de actuaciones sobresalientes. O bien, con sutilezas como la imagen del pollo empanizado, casi sagrado para su cocinera.

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