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lunes, 7 de mayo de 2012

Apolo 18

El peso cada vez más determinante de la idea de política imperial a cargo de los norteamericanos pudo comprobarse a finales de los sesenta, cuando la misión Apolo 11 culminó exitosamente con la llegada de Neil Armstrong y compañía hasta la Luna.
Sin embargo, la exploración del espacio exterior también tuvo fracasos como la misión Apolo 13, llevada al cine por Ron Howard en 1995 con Tom Hanks como protagonista. Finalmente, el programa espacial Apolo se vio obligado a cancelar varios proyectos.
Apolo 18 (EUA| Canadá, 2011), de Gonzalo López-Gallego, estrenada en España durante el pasado Festival de Sitges, dedicado al cine de género, nos cuenta en clave de terror y ciencia ficción cuáles fueron las razones por las cuales el gobierno estadounidense decidió no volver a alunizar.
La cinta se nos presenta como un documental hecho en base a imágenes de la misión Apolo 18, misma que se habría llevado a cabo en el mayor de los secretos en 1972, nos cuentan. Así, el espectador de la cinta puede al fin conocer la verdad que se le ha escamoteado: los misteriosos hallazgos de los astronautas.
Todo lo anterior, desde luego, es una ficción filmada al estilo del “metraje encontrado”, como pasa en tantas películas posteriores a El proyecto de la bruja de Blair (1999), en la cual se popularizó lo que ahora parece un viejo truco, por lo demás ampliamente explotado en la literatura: lo que vemos es auténtico material audiovisual que alguien encuentra por accidente; o bien, como es el caso de Apolo 18, se filtra a la prensa, aunque las autoridades nieguen la veracidad de las imágenes. De hecho, fiel a la conspiranoia con la que cual coquetea, el prólogo de la cinta nos remite al sitio lunatruth.com, donde pueden encontrarse fotografías y documentos oficiales.
Quien esto escribe todavía recuerda, como una anécdota curiosa, que no faltó el espectador de El proyecto de la bruja de Blair quien, entusiasmado por los detalles “sobrenaturales” del caso, nos comentó: “Yo creo que sí es verdad que los muchachos se murieron en el bosque”. No hubo poder humano que lo convenciera de que los actores (porque eran actores, aclaración que no parece estar de más) habían dado entrevistas para promocionar el filme.
A pesar del impacto sobre ciertos ingenuos, la tecnología documental de Apolo 18 se aprecia como un cuidadoso mecanismo a favor de la verosimilitud del relato. Los videos, ya manipulados, exponen con ingenio las “evidencias” que nunca deberían haber llegado hasta nosotros, como cuando un círculo aparece en la pantalla para destacar que un objeto se mueve a espaldas del astronauta en la superficie lunar, sin que este lo note.
La ficción ambientada en el espacio exterior tiene en la claustrofobia y la oscuridad a dos de sus principales aliadas. El director, el español López-Gallego, con un guión de Brian Miller, organiza todo el suspenso en base a información que se dosifica lentamente, sobre todo en la primera parte. El espectador sabe que el dilema del astronauta es tan simple como trágico: no tiene a dónde huir más allá de su pequeña nave… y su traje.
En cuanto a la amenaza que se nos insinúa en el avance de la película, solo diremos que bien podría inscribirse en el llamado terror cósmico de H.P. Lovecraft y sus populares mitos de Cthulhu. De hecho ciertos detalles de la historia de Apolo 18 recuerdan un poco “El color que cayó del espacio”, uno de los cuentos más famosos del nativo de Providence.
La interacción entre los astronautas llega a su culmen cuando confiar en los demás se vuelve muy difícil, como en La cosa (1982), de John Carpenter. ¿Quién es el enemigo en Apolo 18? Ni siquiera se puede afirmar su naturaleza y las cuevas de la Luna son frías y de oscuridad muy cerrada.
El cine norteamericano tiene a su disposición una historia tan rica que hasta es capaz de reinventar sus hazañas más sorprendentes, cuando se involucra el mito de una Luna hostil y llena de sorpresas con el portento de la conquista del espacio. El terror en lo alto del firmamento. Con Another Earth, otra película de ciencia ficción estrenada el año pasado, Apolo 18 es una de las mejores de 2011.


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